Racismo al blanco

Escrito 3 de X. Bolivia.

Me parecería hipócrita no hablar de lo negativo del viaje. Este escrito es una forma de venganza personal, de atrevimiento, libertad expresiva y desvergüenza.

El viaje comienza en Misiones, Argentina, con su catarata y su selva, con un impacto en mi memoria, con una experiencia inolvidable. Seguidamente cruzamos Paraguay, donde fueron realmente hospitalarios, cálidos y bondadosos. Tengo una huella en el corazón con los paraguayos por la gran experiencia que ellos mismos originaron en mí. El panorama cambia al cruzar la frontera a Bolivia.

Todos los viajeros que conocimos nos anunciaron previamente su terrible experiencia en Bolivia, pero mi pareja y yo siempre pensamos que la experiencia es subjetiva y no tiene por qué ser así con nosotros. Para nuestra desilusión, encontramos una cultura racista, donde no te atienden por ser blanco. En una calle de La Paz, una cholita nos despreció verbalmente mientras nos empujaba de la acera. Nos intentaban estafar constantemente con precios triplicados en absolutamente todo; comercio, billetes de transporte, ropa, verdura, restaurantes (con "menú turístico"), agencias de turismo o las entradas que te cobran (de forma no oficial) por cualquier atracción turística natural. La gasolina no es el mismo precio para un local que para un extranjero (aquí sí importa la nacionalidad: un 300% más al extranjero sobre el valor local. De hecho en muchas estaciones de servicio ni siquiera ofrecen al extranjero).

Bolivia tiene cultura del regateo, siempre dirán un precio mayor, seas o no boliviano. Pero el precio que dicen al blanco va a ser tan alto, que con el regateo ni siquiera consigues el precio real. En una ocasión tuvimos que hacer un transbordo de autobús, en un momento de duda, un hombre nos recomendó un bus que costaba 40 bolivianos (que a nosotros nos ofrecían por 90); a lo que le contesté: "Pero a nosotros no nos lo dejan por ese precio", seguidamente una mujer se rió y dijo: "Es verdad".

Estuvimos hartos de regatear, de reclamar el precio justo, de ver cómo venden un boleto de bus a un local por 60 bolivianos y a nosotros nos lo quieren vender por 150. Ni siquiera la gente de la calle te va a brindar información del costo; o no lo saben, o nos dicen que le preguntemos al chófer (a excepción del hombre que mencioné anteriormente).

Durante el viaje, un Argentino nos contó que en un pueblo de Bolivia nadie le dirigía la palabra, ni le quería atender. En un momento de desesperación, este Argentino exigió al dependiente que le dijera por qué nadie le atiende ni le dirige la palabra, se quedaría hablando y molestando hasta que le contestara, aunque pasen horas. Y el dependiente contestó: "por rubio". Muchas otras historias y experiencias desagradables escuchas de otros viajeros: por racismo o por hostilidad.

Evidentemente no podemos ubicar a todos los Bolivianos en un mismo lugar, pero sí a la cultura. Cuando la gente me pregunta qué tal el viaje, si alguna vez tuve una mala experiencia, remarco el buen trato que tuvimos en Paraguay, Argentina y Chile, que queremos dar tanto cuanto nos dieron, nos trataron con amor y vivimos experiencias sobreacogedoras, personas realmente hospitalarias, cálidas y sobre todo generosas. Vivimos experiencias de las que dudo que pueda ocurrir a la inversa en Europa. Que en Perú tuvimos una experiencia neutral, solo recorrimos zonas turísticas, pero el trato en general fue amigable (a excepción de un voluntariado del que tal vez hable más adelante) y siempre titubeé al hablar de Bolivia, porque parece que una Europea, Española ningún derecho tiene de recriminar a algún país latinoamericano, como si fuese justo algún tipo de maltrato discriminatorio.

Ahora condeno el trato que tienen hacia los "gringos" (como nos dicen), ahora lo llamo por su nombre;

Bolivia es tierra racista y hostil

con un paisaje hermoso.

Escrito en Mendoza, Argentina. 11/12/23